Me he enganchado a la serie Mad Men; cosa fácil, porque tiene muchos elementos interesantes.
Hoy quiero hablar del capítulo 7 de la segunda temporada. En este capítulo, se habla en la oficina de que Cooper, el socio fundador de la agencia de publicidad Sterling-Cooper; ha comprado un cuadro y, va preguntando a sus empleados sobre su opinión de él. ¡Dicen que ha costado $10.000! – y estamos en 1960-.
Cooper es un personaje casi estrambótico, le gusta estar descalzo en su oficina y no deja que nadie con zapatos entre en su despacho. Así que, ¿qué responderle cuando le pregunte a uno por el dichoso cuadro?. Hay una solución propuesta por una secretaria: colarse en el despacho de Cooper y ver el cuadro antes de que Cooper te llame a tu despacho. Lo que propone la secretaria es casi ilegal dentro de la agencia Sterling-Cooper: ¡el despacho de Cooper es casi un santuario!
¿Y que ven una vez en lugar sacro-santo? El famoso cuadro ¡es un Rothko!
“Qué bien” –dice la secretaria- “tres cuadrados borrosos”.
“¿Qué haremos?” – dice un creativo – “si ese cuadro le gusta tanto, tendremos que fingir lo mismo, como en el traje del emperador”.
“No puedo fingir que lo entiendo” – dice el director artístico de la agencia.
“Tal vez no se trata de entender, sino de sentir. Hay que ver qué transmite. Te puedes sumergir en el cuadro, como en el fondo del mar” – dice un ejecutivo de cuentas.
Y a todo esto ¿qué opina Cooper?. Por fin el joven creativo es llamado al despacho. Cooper repasa resultados financieros con él. Y en un momento dado, ve que el joven mira su cuadro.
- “Se le van a uno los ojos” – dice Cooper.
- “¿Qué piensa de él?” – contesta el joven creativo.
- “Nadie me ha hecho esa pregunta. Seguramente porque no es asunto de nadie. ¿Qué le parece a usted?”
- “No entiendo de arte”
- “Joven, no malgaste su energía con la pintura, le dará jaqueca. La gente compra para ver cumplidas sus aspiraciones. Ésa es la base de nuestro negocio”.
Y después de segundos de silencio, Cooper remata: “Esta pintura valdrá el doble en Navidades”.
Y a eso se reduce todo: las conjeturas sobre lo que quiere Cooper y las teorías sobre el arte abstracto: a inversión financiera.
La verdad es que en una parte de un capítulo, los guionistas de Mad Men resumen muchas posturas dentro del mundo del Arte.
(¿A nadie más que a mí le ha gustado un Rothko nada más verlo? ¿y sin tener explicación de por qué?)
Hoy quiero hablar del capítulo 7 de la segunda temporada. En este capítulo, se habla en la oficina de que Cooper, el socio fundador de la agencia de publicidad Sterling-Cooper; ha comprado un cuadro y, va preguntando a sus empleados sobre su opinión de él. ¡Dicen que ha costado $10.000! – y estamos en 1960-.
Cooper es un personaje casi estrambótico, le gusta estar descalzo en su oficina y no deja que nadie con zapatos entre en su despacho. Así que, ¿qué responderle cuando le pregunte a uno por el dichoso cuadro?. Hay una solución propuesta por una secretaria: colarse en el despacho de Cooper y ver el cuadro antes de que Cooper te llame a tu despacho. Lo que propone la secretaria es casi ilegal dentro de la agencia Sterling-Cooper: ¡el despacho de Cooper es casi un santuario!
¿Y que ven una vez en lugar sacro-santo? El famoso cuadro ¡es un Rothko!
“Qué bien” –dice la secretaria- “tres cuadrados borrosos”.
“¿Qué haremos?” – dice un creativo – “si ese cuadro le gusta tanto, tendremos que fingir lo mismo, como en el traje del emperador”.
“No puedo fingir que lo entiendo” – dice el director artístico de la agencia.
“Tal vez no se trata de entender, sino de sentir. Hay que ver qué transmite. Te puedes sumergir en el cuadro, como en el fondo del mar” – dice un ejecutivo de cuentas.
Y a todo esto ¿qué opina Cooper?. Por fin el joven creativo es llamado al despacho. Cooper repasa resultados financieros con él. Y en un momento dado, ve que el joven mira su cuadro.
- “Se le van a uno los ojos” – dice Cooper.
- “¿Qué piensa de él?” – contesta el joven creativo.
- “Nadie me ha hecho esa pregunta. Seguramente porque no es asunto de nadie. ¿Qué le parece a usted?”
- “No entiendo de arte”
- “Joven, no malgaste su energía con la pintura, le dará jaqueca. La gente compra para ver cumplidas sus aspiraciones. Ésa es la base de nuestro negocio”.
Y después de segundos de silencio, Cooper remata: “Esta pintura valdrá el doble en Navidades”.

Y a eso se reduce todo: las conjeturas sobre lo que quiere Cooper y las teorías sobre el arte abstracto: a inversión financiera.
La verdad es que en una parte de un capítulo, los guionistas de Mad Men resumen muchas posturas dentro del mundo del Arte.
(¿A nadie más que a mí le ha gustado un Rothko nada más verlo? ¿y sin tener explicación de por qué?)
1 comentario:
iba a comentar algo de este articulo, pero me voy a esperar un poco, porque esta semana me tengo que empapar de la historia del coleccionismo y seguro que puedo poner algo mas brillante que ahora.
Por cierto, ya que estas con los nombres de los grupos, porque Cooper se llama Cooper?, es por MadMen???
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